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Parte 3. Sobre la presión y el pánico escénico. Conversaciones con Benito Urra, psicólogo deportivo.

Sobre la presión y el pánico escénico.

¿Cuáles son las variables que hacen que ocurra este tipo de acontecimientos?

Son variadas obviamente, pero podemos definirlas en internas o externas. Las internas responden a posibles síndromes relacionados al habla. A estructuras de pensamiento  determinadas de la persona,  que se pueden expresar en lapsus. A consumo problemático de sustancias, a asociaciones mentales entre la vivencia del momento con algún hecho traumático o significativo del pasado, que pueda producir un lapsus, o una emoción determinada y a otras variables de tipo psíquico. Pero a nivel externo, la presión ambiental juega su rol. Un grito fuera de lugar en medio del silencio. Un insulto, una muestra de cariño significativa, pueden ser un lanzazo a la concentración. Tengamos en cuenta algo que no siempre se hace presente. Un músico en el escenario está en una especie de “trance” actuar tiene componentes narcóticos. Hay un estado distinto a nivel químico en el cuerpo, que conecta al músico con su actividad en ese momento en una comunión única. Todo lo que interfiera en ello fuera de lugar, puede perjudicar un show completo. Cuando digo interferencias, no me refiero al coro del público, a los gritos de euforia, o al silencio sepulcral de otro tipo de conciertos. Me refiero a algo fuera de lugar, fuera de contexto, que va en contra de lo que el músico espera. Por ejemplo, un claro motivo de desconcentración y shows malos son los problemas de sonido. Eso genera mucho stress, y no tiene que ver con el artista en si mismo, aunque si, porque el artista debe ser muy profesional, y chequear personalmente todo lo técnico es parte de ello. Eso en la música popular obviamente. La música docta tiene otras variables intervinientes. Un celular que suene tiene la misma significación que un gran acople en el  sonido para el ejecutante.

Parte 2. Conversaciones entre Benito Urra y Javier Silvera. Pánico escénico. causas, consecuencias, conceptos generales.

¿En tu caso de la música Javier, existe el llamado pánico escénico en donde el artista se queda en blanco, desde el punto de vista psicológico como se puede definir?

Bueno.. el pánico escénico es un estado de ansiedad serio, que al somatizarse, puede perjudicar el rendimiento en vivo. Son los famosos “nervios” antes de actuar, que inciden en la calidad de la ejecución musical .Ese tema lo define muy bien el psicólogo español, Guillermo Dalia Cirujeda (Valencia ) en su libro “Ansiedad escénica” donde aborda en forma profunda esa problemática. Con él, estamos planificando un trabajo para el 2020 con profesores de música, para afrontar ese tema desde el inicio en  la actividad musical a edades más tempranas.

En relación a tu pregunta sobre “quedarse en blanco”, desde su definición más técnica, quedarse en blanco ,se define como “lapsus mentis” es decir como un olvido de momento, que ocurre bajo una circunstancia. Pero hay otros tipos de lapsus que tienen que ver con cambiar  palabras (lapsus linguae), por otras involuntariamente. Hechos que han sido tragicómicos muchas veces. Los famosos “actos fallidos” son eso. No es un fenómeno frecuente, pero si se ha dado. Lo he visto y lo he vivido de alguna forma.

¿Qué sucede en  cualquier persona que va a  hablar en público, o estudiantes que van a rendir su examen de grado?

En profesiones no propias del escenario o la cancha, digamos que los nervios o el peligro de quedarse en blanco aumenta, porque cobran fuerza fenómenos personales no trabajados. Es decir, si tu estudias derecho sabes de leyes, y no necesariamente eres un histrión. Si eres estudiante, ante el examen oral, no necesariamente puedes transformarte el alguien locuaz solo por el hecho de ser estudiante de matemáticas por ej.

Ante un público este fenómeno, se torna más trágico que cómico cuando sucede un lapsus, pues está el amor propio, y la autoestima profesional en juego en el caso del artista, y la carrera elegida en el caso de cualquier estudiante o profesional que necesite expresarse ante públicos o audiencias. Si nos sucede un lapsus en casa entre amigos, lo más probable es que generemos un espacio de risas cómplices, y que pueda ser un buen momento, tanto así, que el anecdotario familiar está lleno de situaciones de lapsus que fueron divertidas, en tal o cuál evento familiar. Pero el problema es que a nivel público sucede lo mismo en cuánto transformar un lapsus en anecdotario, y eso según sea el fenómeno acontecido puede causar daño. Y más aún con la tecnología que permite capturar al momento situaciones de lapsus y ‘viralizarlas’ puede ser un verdadero tormento las consecuencias de ello. Intuyo yo, que por ejemplo  que la palabra “vistima” dicha por la conocida señora viral, puede haber sido perfectamente un lapsus que a fuerza de difusión en redes convirtió a la señora en alguien que dice “vistima” por “víctima”. Por lo tanto en un show musical, los lapsus podrían ser divertidos, dañinos  o no, según las circunstancias y contextos dados, pero evidentemente dañan el amor propio del ejecutante. En un profesional de otra índole puede afectar su evaluación académica. Pero  en todo tipo de oratoria es posible el lapsus. Pero la preparación previa, consciente y la concentración son vitales. Y no subestimar ningún escenario. Tener  el mismo profesional siempre, ante cualquier circunstancia.

Conversación entre Benito Urra y Javier Silvera, sobre la psicología como piedra angular desde dos mundos: La importancia y el valor de la psicología tanto en el mundo artístico, como deportivo, es un punto de unión en el programa de trabajo Creenvivo.

Barrio Italia, Santiago, específicamente el Café Palermo, reúne a cientos de  personas en busca de un buen lugar para tomar un café y conversar en un lugar amigable. Es en ese lugar que Javier Silvera (Uruguay) – con vasta trayectoria en la industria de la música, director de sellos, cantautor etc, con una  bitácora donde podemos encontrar trabajos con Illapu, Los Tres, Francisca Valenzuela, María Colores, Inti Illimani, Américo,   Noche de Brujas, Villa Cariño, Guachupé  entre tantos  otros- se reúne con   Benito Urra ( Chile) Psicólogo Deportivo con destacado recorrido en el mundo del deporte de Alto Rendimiento, con experiencia en las distintas federaciones del comité olímpico, y en el club de fútbol Palestino durante diez años,  junto a su labor  docente en la USACH.

Se juntan con un café,  para desarrollar  una amena conversación en donde la experiencia tanto de Javier en el mundo musical, como Benito en el universo deportivo convergen en una sola gran temática: El desempeño  bajo presión.  

Benito y Javier hicieron sinergia y fundaron ‘Creenvivo’. Consiste en  un plan de intervención psicológica  para un mejor rendimiento ante el público y audiencias. Lo interesante de este proyecto es que no aplica sólo a deportistas de alto rendimiento o artistas, si no que cualquier persona que necesita preparar una aparición en público y que se quiera nutrir de herramientas para sacar adelante la tarea sin sobresaltos puede tomar el plan. Temática intensa, en donde ambos profesionales cuentan su experiencia y el comienzo de la historia de este programa.

Este es el contenido de esta interesante autoentrevista entre ambos profesionales que publicaremos en cuatro  partes.

Parte 1.

 La presión ambiental.

Benito cuentanos: ¿Cómo se define la presión de la psicología y cómo afecta el rendimiento?

La presión se entiende como una percepción, real o imaginada, que sienten las personas o grupos respecto a su desempeño en determinadas situaciones. El hecho que sea una percepción implica que no a todas las personas los mismos eventos les  generan la misma precisión. Así, habilidades que en algún momento dominamos sin problemas, pueden tornarse como conflictivas de resolver  en función de ciertas características ambientales que afectan la vivencia de la misma y, por ende, pueden limitar el propio desempeño y rendimiento en la tarea involucrada.

Las consecuencias pueden estar ligadas tanto a la interferencia sobre el mismo desempeño (afectando, por ejemplo, la coordinación psicomotriz) como el estado personal con el que se ejecuta la acción (por ejemplo, estados de bloqueo y ansiedad). Por lo general, además, experimentar y notar estos efectos tienden a perjudicar aún más el desempeño generando un círculo vicioso del cual suele resultar complejo salir.

¿Qué situaciones o eventos desencadenan la presión?

La presión generalmente va asociada a una serie de situaciones,  que afectan en la intensidad de la misma.Uno mismo incluso puede gatillarla. Pero, sobre todo, es nuestra propia   acción en conjunto, la que genera efectos limitantes y mayor perjuicio en el desempeño requerido.  Estas características tienen relación con la incertidumbre. Mientras menos información manejemos  sobre el evento,  mayor probabilidad de experimentar estrés  tenemos, dada la carencia de elementos que nos permiten predecir y controlar el contexto. También está la novedad. Mientras más novedoso sea un evento, mayor es la percepción de estrés al no existir referentes concretos que permitan sentir mayor control sobre la situación. Obviamente a mayor percepción de dificultad mayor estrés, pues suelen producirse dudas recurrentes acerca de las propias capacidades para ser exitoso al momento de rendir.

Y por último,  la importancia percibida. Mientras más importancia (real o imaginada) tenga la situación, mayor posibilidad existe de sentir presión, pues suele haber mayor compromiso del yo y el autoconcepto personal en la labor ejecutada.

Tú trabajaste en múltiples disciplinas deportivas y me imagino que la presión era fuerte, tanto por el significado de cada resultado, como por la repercusión mediática ¿Qué se puede hacer frente a la presión?

Si bien no existen fórmulas generales y comunes para manejar la presión pues, como se señaló anteriormente, muchas veces obedece a fenómenos subjetivos, se entiende el trabajo sobre la presión como una habilidad del individuo. El hecho que sea entendida como una habilidad implica que puede adquirirse y entrenarse constantemente.

En ese contexto, el trabajo apunta a la detección y/o generación de estrategias de manejo de la presión. Esto implica conocer cuándo y cómo surge la presión, cómo se experimenta y saber qué se hace de tal forma de ayudar a la persona a desarrollar estrategias que le permitan GESTIONAR la situación. Se hace hincapié en la palabra gestión porque implica reconocer la existencia de la situación y, por ende, la imposibilidad de negar su existencia o huir de la misma. Así, la persona debe generar patrones de respuesta que permitan, por una parte, manejar las características del evento que la hacen estresante y, por otra, hacer funcionales (es decir, facilitadores del rendimiento) aquellos elementos que anteriormente resultaban limitantes.

Añoro el perro que mira en el jardín como cae el sobre, que arrojó el cartero, con el nombre de un amor en manuscrito.

Parecería ser que estamos en un sistema donde la emoción está asociada al vértigo de la velocidad. Somos corredores profesionales en esto de vivir. Tal vez sea vivir en la ciudad capital. Santiago es una urbe importante sin duda. Pero creo que si damos una miradas por las aldeas más cercanas, en su justa medida se replica el modelo de vida tendiente a hacer todo ya y rápido. Es que la velocidad está implícita en la tecnología. El celular y el computador son los robots que gobiernan nuestros tiempos. Son nuestros jefes, y de los peores. Los más esclavizantes. ¿Saben por qué? Porque nos drogan. Porque operan con  la dopamina. El neurotransmisor del placer, y el movimiento. El neurotransmisor que estimula como un motor nuestro movimiento, nuestro ritmo y frecuencia de vida. Por eso las redes sociales, habitantes intangibles del celular y el compu, los juegos, y todo el arsenal de artículos visuales de placer, los i- comerce, el sexo, todo allí..  a la mano. En el celu,  habita el ego del gran otro social, que somos nosotros mismos. El celular, ese rectangulito elegante, esa  ventana al mundo, a la adquisición, que nos tiene hipnotizados, y ultra despiertos, en movimiento rápido, compitiendo. Somos hormigas. ¿Han visto el camino de hormigas? Van derechito con su carga pesada, camino al hormiguero, ida y vuelta, ida y vuelta por el mismo sendero. ¿Han pateado un hormiguero? ¿Vieron que pasa? Bueno…eso nos pasa cuando nos sacan el celular. Imaginen que se apagan los celulares del mundo. Seríamos esas hormigas despavoridas, desesperadas sin destino, sin hacer, sin ser.

Por lo tanto la velocidad, supera a la emoción. Nuestros ojos ya no ven paisajes, ven pantallas. Y lo más preocupante, que eso sucede desde niños. Asistí ayer a una charla, donde se hablaba de las adicciones. No pude quedarme hasta el final. Me sonó el celular. El deber laboral me llamó, acudí como un soldado. Pero pude quedarme hasta escuchar algo que me erizó los pelos. A los niños, el celular les eleva el umbral del placer, al operar en la producción de dopamina. Por lo tanto, saber que crecemos así, que sube el umbral del placer, es constatar que cada día, menos cosas simples, y que se dan naturales, (como la sombra de un árbol pero ejemplo),  nos  producen placer. Buscamos bienestar desesperadamente en la redes sociales, en una sexualidad rápida, casual, vertiginosa, en una mirada rápida al instagram cada vez que podemos, en ir en la micro mirando la pantalla. Ya no sabemos que casas hubo donde ahora hay un edificio. Nunca los supimos, no lo recordamos.  Por lo tanto la velocidad en la que vivimos está signada por la pantalla. Eso nos obliga. Por eso no soy muy amigo de Twitter, ni de Instagram, ni de facebook. Los uso mucho si. Por eso no estoy feliz. Tengo amigos sociales que me acompañan a diario en silencio. He perdido la capacidad de hablar, y de escribir a mano en un papel. En realidad, Añoro el perro que mira en el jardín como cae el sobre que arrojó el cartero, con el nombre de un amor en manuscrito.

Eso sería. Ahora  me voy a fijar quién cumple años para saludarlo.